La lectura, memoria infinita del ser humano

Lectura, escena familiar bajo la lámpara. Salvador Dalí. 1981. Óleo sobre Cobre. 12.8 x 17.7 cm. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia. Madrid. España. Donación de Dalí al Estado español.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Omar Khayyam: la metafísica del vino. Por Isabel Martín Salinas

El vasto mundo: un grano de polvo en el espacio.
Toda la ciencia de los hombres: palabras.
Los pueblos, las bestias y las flores de los siete climas: sombras.
El resultado de tu meditación perpetua: nada.

  
Detalle de mosaico con torcularium.
Iglesia de Lot y Próculo, Mount Nebo, Jordania
Erudito y poeta persa, Omar Khayyam, vivió en Nishapur entre los siglos XI y XII de nuestra era. Es autor de Rubaiyyat (1), un corpus de poemas –algunos de dudosa atribución–, compendio de muchas de las preocupaciones poéticas y humanas de todos los tiempos.
   Los temas de Omar Khayyam son eternos; aparecen antes y después de él en la literatura universal. Su poesía, breve y de sencilla factura, se vale fundamentalmente  de imágenes inspiradas en la naturaleza –flores, pájaros, ríos, nubes, viento, arcilla– para cantar la fugacidad de la existencia y el oscuro destino de los seres humanos.
   Convencido de la inutilidad de la ciencia y la metafísica para responder las eternas preguntas del hombre, ávido y desencantado, proclama que la embriaguez es el único modo de mitigar el dolor de la vida:

Nadie puede comprender lo misterioso. Nadie es capaz de ver
qué se esconde bajo las apariencias. Todas nuestras moradas
son provisionales, salvo la última: la tierra.
¡Bebe vino! ¡Basta de palabras inútiles!

Y en otros versos:


¡Todos los reinos por una copa de vino precioso!
¡Todos los libros y toda la ciencia de los hombres por un suave aroma de vino!
¡Todos los himnos de amor por la canción del vino que corre! (…)

   Su sed de conocimiento, nunca satisfecha, se transforma en amarga lucidez y en deseo de evadirse, de adormecerse a través del vino y, también, del amor:

Ven, mi grácil amada. Quiero pedir a la embriaguez
que me haga olvidar que nunca sabremos nada (…).

   Sus cuartetas, Rubaiyyat, sin embargo, no constituyen un canto a los placeres como fuente última y precisa de felicidad humana:

¡Vino! ¡Mi corazón enfermo quiere ese remedio!
¡Vino de aroma almizclado! ¡Vino color de rosa!
¡Vino para apagar el incendio de mi tristeza!
¡Vino y tu laúd de cuerdas de seda, amada mía!

   Omar Khayyam no es un hedonista. Cuando invoca el placer del vino o del amor no lo hace desde la mesura apolínea (2) de Epicuro; no los concibe como disfrute razonable y fin natural de la existencia humana. Muy al contrario, para el poeta, el vino y el amor son imperfecta medicina que debe apurarse sin tasa, bálsamo que mitiga, pero no cura la sinrazón de la vida:

¡Laúdes, perfumes y copas; labios, cabelleras y grandes ojos,
 juguetes que el tiempo destruye, juguetes!
¡Austeridad, soledad y labor; meditación, plegaria y renuncia,
cenizas que el tiempo aplasta, cenizas!

   Por otra parte, carece del tono jocoso, distante e irónico de Anacreonte, su predecesor más emblemático, quien, además de cantar el amor de esquivos efebos y procaces hetairas de Lesbos, ya había convertido el vino y la embriaguez en materia poética. Khayyam toma el amor con la misma tristeza y melancolía con que trasiega vino. La presencia constante de la muerte mediatiza el gozo de cualquier instante:

Tenía sueño. La Sabiduría me dijo: “Las rosas de la felicidad
no perfuman jamás el sueño. En lugar de abandonarte
a este hermano de la Muerte, ¡bebe vino!
Tienes toda la eternidad para dormir”.

   Asimismo, su escepticismo religioso lo aboca a una absoluta desesperanza. Para Khayyam, Alá ha dotado al hombre de lucidez y consciencia de sí mismo y del mundo, pero le ha negado las claves de la existencia humana. Lo ha hecho inteligente, lo ha capacitado para preguntarse sobre todas las cosas y, a la vez, le ha vedado las respuestas.
   Intensifica aún más su pesimismo la percepción de Dios como un ente lejano e insensible. Y en este extremo coincide con Epicuro; la divinidad es indiferente a la suerte de los hombres puesto que no se inmuta ante las miserias de sus criaturas:

El creador del universo y de las estrellas
verdaderamente se superó al crear el dolor.
Labios como el rubí, cabelleras perfumadas,
¿cuántas sois bajo la tierra?

Y en otra cuarteta:

El bien y el mal aquí abajo se disputan la ventaja.
El cielo no es responsable de la felicidad o de la desgracia (…)
No des gracias al cielo.
No lo acuses… Es tan indiferente a tus alegrías como a tus penas.

   Ante la indiferencia de Dios por nuestra suerte, la existencia está en manos del azar:

(…) Lo que ha de sucederte está escrito en el Libro
que hojea, al azar, el viento de la eternidad.

   Temas recurrentes de sus cuartetas serán, por tanto, la fugacidad de la vida y la llegada de la muerte:

(…) Nuestra vida es breve como un incendio. Llamas que se olvidan,
cenizas que el viento dispersa: un hombre ha vivido.


   Ambos temas, fugacidad y muerte, aparecen como únicas certezas comprobables, único destino ineludible:

El viento del Sur ha marchitado aquella rosa
de la cual el ruiseñor cantaba sus elogios.
¿Debemos llorar por ella o por nosotros?
Cuando la Muerte haya marchitado nuestras mejillas,  otras rosas florecerán.

Insta a disfrutar el presente, el carpe diem, que en Omar Khayyam se transforma en un aquí y ahora no exento de amargura:

¡Bebe vino! Recibirás vida eterna.
El vino es el único filtro que puede devolverte tu juventud.
¡Divina estación de las rosas, del vino y de los amigos!
Goza de este instante fugitivo que es la vida.

En sus Rubaiyyat, a veces, la muerte también da paso a la vida:

(…) La violeta nace de una peca
que estrellaba el rostro de un adolescente (…).

   Y la misma muerte convierte a los hombres en arcilla con la que se fabrican las jarras y las copas de vino, que ayudarán a otros hombres a sobrellevar la existencia:

En un susurro dijo la arcilla
al alfarero que la amasaba:
“Recuerda que he sido como tú…
No me maltrates”.

   También en estos versos:

(…)Antaño esta jarra era un pobre amante
que gemía por la indiferencia de una mujer (…)

   Igual que para otros poetas, antes y después de él, la vida se representa como un sueño infortunado y breve:

(…) No busques la felicidad. La vida es más breve que un suspiro.
 El universo es un espejismo. La vida, un sueño (…).

   Un sueño presente también en la muerte:

Sueño sobre la tierra. Sueño bajo la tierra.
Sobre la tierra, bajo la tierra, cuerpos tendidos.
Nada en todas partes. Desierto de la nada.
Unos hombres llegan. Otros se van.

   Finalmente, Omar Khayyam no puede distanciarse ni mediante el vino, ni mediante el amor, de su ansia metafísica nunca saciada, del vacío que para él representa la existencia; no puede, definitivamente, sustraerse a su pesimismo poético y vital:

Bebe vino porque dormirás mucho tiempo
bajo tierra, sin amigo, sin mujer.
Yo te confío un secreto:
los tulipanes marchitos no vuelven a florecer.


Isabel Martín Salinas

  
(1) Khayyam, Omar. Rubaiyyat. Traducción de Ramón Hervás. Barcelona: Ediciones 29, 1993.


(2) Nietzsche, Friedrich. El Nacimiento de la Tragedia. Madrid: Alianza Editorial, 1980.


Pueden contactar con la autora en la dirección electrónica: imsalinas@telefonica.net


Isabel Martín Salinas
Isabel Martín Salinas (Adra-Almería-1957). Dramaturga, ensayista y poeta. 

Ha sido finalista para el Premio Andalucía de la crítica 2012 en la modalidad de Teatro por sus textos dramáticos El hoyo 18.Un soplo de viento. 

Colaboró como  guionista en el Magazín “A pleno sur”, de Canal Sur Radio, Almería (1989-1992). 

Posteriormente ha desarrollado una intensa actividad teatral como dramaturga, directora de escena y actriz. Parte de su producción poética se encuentra ya en sus textos teatrales y ha sido también publicada en numerosas antologías. Musicaliza y canta sus propios poemas. 

Como cantautora ha participado en un centenar de recitales. Es autora del libreto para ópera El Maestro. Pertenece a la Asociación de Autores de Teatro de España, a la ACE-Andalucía, a la Unión Nacional de Escritores de España, a la Asociación Cultural y Literaria La Avellaneda y a la SGAE.  

Publicaciones:

El pozo. La noche de Diógenes. ¡Menos cuento! Teatro Escogido. IEA, 2007.
Collar de cerezas. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2007.Teatro español. Siglo 21º  CDU: 821.134.2-2"21"

Rita, en Mujeres para mujeres. Teatro breve. Varias autoras. Instituto Andaluz de la Mujer-Jirones de azul, 2009.

El hoyo 18. Un soplo de viento. Teatro en internet nº 8. Consejería de Cultura, 2011. Sombra mía. En Dime que me quieres. Narrativa. Ayuntamiento de Málaga, 2009.
Hispania, Hispania. Segundas partes. Verano del membrillo. Instituto de Estudios Almerienses, 2012.

A ráfagas tu nombre. Poemario. Ediciones Torremozas, 2014.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu comentario. Si deseas contactar personalmente con nosotros remítenos una comunicación a la siguiente dirección:
asocescritoresevilla@gmail.com